tele- es una inusual revista en línea de arte y literatura dedicada a la comunicación, la colaboración y la continuación a través de la distancia, del lenguaje y del medio.
Comunicación
“A fin de cuentas, es solamente por medio de la obra de arte que puede darse una comunicación completa y sin obstáculos entre el hombre y el hombre en un mundo lleno de abismos y muros que limitan la comunidad de la experiencia.” — John Dewey, Art as Experience
Cada número de tele- es un experimento con las capacidades del arte. La investigación se guía por una multitud de preguntas emparentadas: ¿Cómo puede fungir una obra de arte como modo de comunicación, y en qué nivel de consciencia ocurre tal transacción? En el espacio liminal entre orador y oyente, escritor y lector, artista y espectador, ¿qué fuerzas operan en la filtración, transformación, y traducción de el mensaje? ¿Cuánto de uno mismo se involucra en la transmisión del mensaje? ¿En qué medida puede uno transmitir semejante cosa? ¿Qué partes de uno intervienen en, o interfieren con, lo dicho? ¿Qué parte tienen los juegos, o el juego en general, en actualizar nuestra capacidad de entendernos mutuamente, pero también de crear en soledad?
Colaboración
“Si...el adulto es capaz de gozar del área intermedia personal sin reivindicarse de nada, entonces nosotros podemos reconocer nuestras propias áreas intermedias, y nos regocijamos de encontrar, en el arte, la religión, o la filosofía, cierto grado de experiencia traslapada, es decir común, entre los miembros de un grupo." — D. W. Winnicott, Playing and Reality
Las publicaciones de tele- se forman por un proceso semi-colaborativo, en que cada contribuidor produce una obra individual en respuesta a la obra de otro contribuidor, intentando así de hacer pasar la obra de un lado a otro* a través de un medio diferente. Por poder de la naturaleza iterativa del juego, cada artista, intentando decirlo todo, produce sino una pieza del todo, una frase dentro del párrafo que cada número termina siendo. Invitamos a artistas a acceder a este modo peculiar de colaboración como a un “lugar de encuentro” misterioso y lúdico que “hace surgir una curiosa posibilidad del pensamiento, que sería aquella de su puesta en común” (Breton, 1930). tele- comienza como un susurro que, de un artista al siguiente, va alborotando los carillones de viento, zumbando en la boca de botellas vacías, y culmina en el extraño acorde de tantas cosas tocadas por el viento.
Continuación
Este tipo de colaboración, este hacer pasar de un lado a otro, es esencialmente un acto de continuación de un pensamiento (o de un impulso, una imagen o un gesto) en su pasaje por diversidad de manos, mentes, idiomas, y medios, y a través de la distancia. tele- se conforma de tres momentos: la labor de percibir e interpretar, de ocuparse de la obra ajena y negociar con ella; el análisis, o el intento de procesar el movimiento que surge entre obras; y el producto final, el número publicado, donde el todo se hace presente en la intuición unificada, casi sincrónica, de su devenir gradual. Las partes simultáneas del engendro a su vez son fósiles de su evolución, cada una un vestigio de un entonces prematuro y ahora atávico esbozo de la madurez que hubiese, en algún futuro sepultado, podido alcanzar. Invitamos al lector/vidente a apreciar, más allá de una colección de obras yuxtapuestas, la relación emergente entre aquellas.
La máquina
tele- se asemeja al juego de teléfono descompuesto, o juego de las variantes, en que una persona susurra una palabra o una frase al siguiente jugador y el rumor se va transmitiendo y transformando en su tránsito circular. El objetivo no consiste en alterar intencionalmente el rumor pasajero, sino sencillamente en continuar la línea de comunicación y así exponerla a su cambio inevitable. El juego es una máquina que permite que los desfases emerjan por sí mismos —entre lo que dijiste y lo que entendí, entre lo que dije y lo que pensé haber querido decir, etc.— y es en aquellos desfases donde tele- cobra vida y donde cada número se marca de su propio destino. Cada activación del mecanismo de tele- es un experimento de la dimensión transindividual del hablar y escuchar, una invocación del inconsciente, aquella extraña y siempre sesgada armonía de nuestras voces individuales.
Todo número comienza con un tema. Un punto de partida para el primer contribuidor y una suerte de brújula ‘débil’ para orientar a los que siguen, en caso de que necesitaran contexto o ayuda. El primer contribuidor produce una obra que materializa o responde al tema y lo envía a los editores, quienes lo pasan al que sigue, alguien que trabaja en otro medio o lenguaje. Junto con la postulación de su obra, cada artista incluye una exposición breve (ver abajo) de su trabajo. Este texto, sin embargo, no influye directamente en la transmisión, ya que los artistas posteriores trabajan exclusivamente a partir de la materialización más reciente del mensaje, aquella que les ha sido transmitida. De este modo, el número acabado resulta de dos procesos: uno transitivo, el otro autorreflexivo.
El trabajo y el proceso
El número acabado de tele- incluye la obra de cada contribuidor, presentada según el orden de su generación, de modo que los visitantes pueden navegar sus contenidos y observar la evolución del mensaje. Ésto exhibe la obra que forma el eje central de tele-: la manera en que cada aportación se yuxtapone a la que vino antes; lo que sobrevive (y en qué forma) entre una pieza y la próxima; lo que cada artista termina por hacer por medio (¿o a pesar?) de su intento de traducir a su antepasado. El trabajo, en resumen, no es sino la cosa viva misma—claramente a la vista en la sucesión de sus etapas, mas callado en cuanto a qué es y en virtud de qué fuerzas. Además, a cada pieza se enlaza una exposición escrita, en la que el artista procesa su obra, o reflexiona sobre el sentido de su aportación. Si ‘la obra’ es el sueño que se desenvuelve, ‘el proceso’ es el intento consciente, aunque de modo alguno menos fértil, de formular su sentido. Lejos de ofrecer la quimera de vislumbrar sin mediación ni filtro la dinámicas invisibles de transmisión de tele-, estas exposiciones también resultan de las mismas fuerzas, nada más que vueltas hacia adentro.
—La Edición
*traducir (v.) Del lat. “traducere” – “pasar de un lado a otro”, compuesto por el prefijo “trans-” que significa “de un lado a otro” (véase “traición“) y “ducere” – “guiar, dirigir”. Ésta proviene del indoeuropeo *deuk- “guiar” y se puede encontrar en la palabra latina “dux” (gen. “ducis”, originariamente significaba “comandante” de tropas militares y más tarde por el medioevo llegó al español como cargo nobiliario en “duque”). En el protogermano se encuentra el derivado *teuh-a – “tirar”, de donde proviene la palabra alemana moderna “ziehen” con el mismo significado (en gótico “tiuhan” y anglosajón “teon”) además de los derivados como “Zug” – “tren, procesión” o “Herzog” – “duque”.
El eje central de tele- es este proceso de traducción que no consiste en la mera conversión de una cosa en otra, sino en el trasladar, cargar, e intercambiar de una transmisión única a través de su cambio natural de mano en mano.